lunes, 26 de enero de 2015

Un día de estos.

No dejo de repetirme que no, y no.  No quiero sentirte. No me ilusionas. No me inspiras. No. Nunca pensé lo contrario. Nunca quise cruzarnos. Nunca serás ella. No. Ni quise. Ni tan si quiera te quiero. Ni tan ni quiero quererte. No.

Eras no.

Pero, de repente…, sí.

Ilustración de Leonard Beard
De repente, me apeteció sentirte, ilusionarme, inspirarme. Sí. Pensar lo contrario, querer cruzarnos, hacerte ella. Sí. Quise. Y tanto. Sí.

Y me creé nuestros cuentos con moralejas felices, con o sin perdices. Lo único que me importaba comernos, en el final, era a besos.

No obstante, no era cuento, si tú no me escribías. Si no te narrabas, si no actuabas, si no aparecías, si no te emocionabas. Si no conocías que había este cuento.
Y fui tan valiente, que ni te lo leí. Me salté las páginas en la que tú descubrías que eras tú. Me suicidé por fascículos.

Hasta que me di cuenta que las historias, como el pasado, no se crean ni se destruyen, sólo: no desaparecen. Así que tuve que titularla. Ponerle nombre. Llamarla.

Y conscientemente la llené de ojalás.

-“Un día de estos”, buen nombre. Me dije.


¿Qué sería de nosotros en tiempo? La inexactitud del momento te hacía bonita en el futuro.

Porque quizás ni sabías que yo existía, porque quizás no existía de verdad. Aunque creo que sí: me veo en el espejo.

Y me imaginé mirándote. Y tú a mí. Mirándonos, a nosotros. Uno al otro. Recíprocamente y no sin querer. A propósito.

Y me dije: Un día de estos…

Un día de estos votaré nuestra legislatura en silencio, con emoción de censura y llenándote de elecciones. Un día de estos descubriré porqué las cosas eternas son tan banales y porqué no dejo de sonreírte.  Un día de estos tocaré cada nota a cuerpo y sin piano.  Un día de estos me perderé en tus vaivenes. Un día de estos te diré lo que pudo ser y nunca te diré. Un día de estos creeré que la magia se crea entre tus tripas.  Un día de estos me reinventaré en otoño para no dejar de saltar en tus charcos. Un día de estos te follaré en la ducha, semidesnuda y mojando toda la habitación. Un día de estos olvidaré las caricias que nunca me diste y tendré que aprendérmelas de nuevo, a diario. Un día de estos me perderé en tus sábanas. Un día de estos quizá consiga verte a oscuras. Un día de estos quizá consiga verte. Un día de estos quizá te consiga.

Un día de estos te acostumbrarás a mis ronquidos, a que no tenga gracia, a mis pies fríos, a mi sonrisa doblada, a mis sueños pretenciosos, a mi manía de observarte dormida mientras haces como que duermes, a mi gomina.

Un día de estos, un día de esos, un día de aquellos. Un día, al menos.

No sé cuánto queda para que sea un día de estos. Ni sé cuando decidiré que sea hoy. Pero, lo que tengo claro es que un día de estos… 

[...]

Será un día de estos.


Elías Denche.

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