Se nos
rompió el amor de tanto hacerlo.
Adiós,
porque hasta luego: ya no. Y como te fuiste se fueron muchas más, y como
viniste… No… Como viniste, no vino nadie.
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Ilustración de Leonard Beard |
Qué
lujo de detalles me he perdido y qué poco has tardado en decidir que no
intentaría buscarlos. ¿Y tú qué sabes? Si a las primeras de cambio, te cambias,
cambias y te vas, y seguro que para cambiarme a mí también.
Suena
el teléfono y no eres tú. No me vas a llamar. Seguro que son de alguna compañía
de teléfonos, ¡qué pesados! Tú nunca has sido de hablar a distancia, a ti te
gustaba decírmelo a susurros y cuando estaba abierta la ventana, entraba el
aire, y sólo podía mostrar toda la atención para enterarme de tus silencios. Hay
incluso mudos que juran más cumplidos. Pero me daba igual, yo no cerraba la
ventana, no quería perderme esa única obra de arte que yo nunca escribiré.
Ponía a calentar palomitas y te miraba alucinado como un niño en la cabalgata
de reyes.
Ya no
vas a volver a las andadas, no has dejado ni tu cepillo de dientes. ¡Como si
costase mucho olvidarte de algo simplemente con la excusa de intentar volver a
verme y preguntarme cómo estoy o cómo me van las cosas! Prefieres no cruzarte
por mi vida ni una vez más. Y lo entiendo. Aunque esta vez pensaba que era
diferente. Pensaba que estarías dispuesta a aguantar mis pies fríos, mis
estúpidos chistes de elefantes o mis labios heridos de besarte mientras
duermes.
No fue
así. Te fuiste y me dejaste con ganas de más. Sin ases en la manga y sin
ratones coloraos en las postillas. Me quedé sin inviernos, sin mantas y sin tus
carcajadas presuntuosas.
Te
tuviste que ir, y me dejaste vacío y con todo. No fue culpa tuya, eso lo
sabemos. Seguiré con la ventana abierta, por si algún viento me trae recuerdos
tuyos, porque los “te quiero” ya los pongo yo.
(Se
abre la puerta y entra una pequeña rubia de ojos azules, con dos coletas y con
los ojos humedecidos)
-Papá,
no puedo dormir.
-¿Qué
te ocurre, amor?
-He
soñado con mamá.
-¿Y
qué te decía, cariño?
-Que
siga creciendo, que desde el cielo, ella está muy orgullosa de mí.
-Lo
estamos, cariño, lo estamos.
(La
acerca hasta su cama, la abraza, la besa en la frente y al instante ella se
duerme con una sonrisa en la boca).
Elías
Denche.
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