miércoles, 18 de noviembre de 2015

No sé qué es Siria

Te has ido.


Ilustración de Banksy
Hace ya una semana que cogiste aquel uniforme, cosido a valentía y tintes marrones, y te fuiste a presumir de lo bien que te queda, por ahí.  Nos prometiste medio mundo juntos y resulta que te da por conquistar países tú solito.

Te has ido a defendernos por nuestro bien, o eso dices. Defendernos de lo que hace mucho tiempo debería estar defendido. Defender valores de la única manera en la que no se defienden: creando guerras. Guerras que solo deberían existir para conseguir caricias. Intereses propios de cualquier humano que sepa querer. Ciudadanos de a pie, de a corazón y con cabeza. Tratados de piel.

Te has ido a diferenciar buenos y malos, terroristas y legalidad. Te has ido en el momento en el que lo único que tenías que diferenciar es si arroparme o no por las noches después del cuento en el que solo ganábamos nosotros, comíamos perdices y te decía que siempre he sido más de tarta de queso para celebrar victorias, pero tú ya lo sabías.



Te has ido a hacernos echarte de menos como hacen los cielos, expertos en darnos lecciones sobre la distancia, los recuerdos y el ciclo del agua de los ojos. No me gusta echarte de menos, porque significa que no estás cerca.

Te has ido a estabilizar Siria y no te has dado cuenta de que yo aún no sé qué es ese sitio y por qué el mundo quiere ir a jugar a los soldaditos allí. Te has ido sin saber que era yo la que necesitaba ser tu Siria, para estabilizar con reprimendas los años en los que me toca madurar, conocer esos chicos que me van a hacer daño, aprobar los cursos que se me pongan por delante, emocionarme en la graduación de mi carrera y cenar juntos todas las Nochebuenas.

Te has ido en el momento en el que solo nosotros sabíamos de ti, pero toda la sociedad ha empezado a conocerte. El momento en el que mamá ha encendido la televisión, una foto tuya ha aparecido en pantalla al lado de un lazo negro, se ha puesto a llorar y no lo he entendido. Dice que estás bien.

Te has ido, y créeme que no sé por qué. Me hago la misma pregunta todos los días, como si el paso del tiempo me fuera a dar las respuestas, siendo tú el único que puede resolverlas. Vuelve para, al menos, descifrarlas.
Me da igual si al final no las respondes. Pero, vuelve.

Vuelve con la misma fuerza que te has ido. Vuelve como vuelven los capitanes, por muy piratas que sean y derriba esas ciudades que tengo como lágrimas. Vuelve como si nunca hubieras desaparecido de mi mapa, pequeña perla negra.

Vuelve para llevarme al colegio y recoger mis cabreos porque Dani me ha roto las ceras como cada día. Vuelve para que te pueda dibujar en mis cuadernos tan mal como siempre pero con la posibilidad de poner tu mano agarrando la mía. Vuelve para jugar conmigo al escondite, pero no te dejes perder que ya tengo seis años y soy mayor.

Vuelve, por favor. Vuelve por ti. Vuelve. No te lo digo más porque sé que lo harás.

Y es que lo mejor de que te hayas ido es, sin duda, que vas a volver. Sano y salvo. Confío en ti, papá.



Elías Denche.

Carta futura de una niña a su padre, militar, enviado a Siria.


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