Se nos
rompió el amor de tanto hacerlo.
Adiós,
porque hasta luego: ya no. Y como te fuiste se fueron muchas más, y como
viniste… No… Como viniste, no vino nadie.
![]() |
Ilustración de Leonard Beard |
Qué
lujo de detalles me he perdido y qué poco has tardado en decidir que no
intentaría buscarlos. ¿Y tú qué sabes? Si a las primeras de cambio, te cambias,
cambias y te vas, y seguro que para cambiarme a mí también.
Suena
el teléfono y no eres tú. No me vas a llamar. Seguro que son de alguna compañía
de teléfonos, ¡qué pesados! Tú nunca has sido de hablar a distancia, a ti te
gustaba decírmelo a susurros y cuando estaba abierta la ventana, entraba el
aire, y sólo podía mostrar toda la atención para enterarme de tus silencios. Hay
incluso mudos que juran más cumplidos. Pero me daba igual, yo no cerraba la
ventana, no quería perderme esa única obra de arte que yo nunca escribiré.
Ponía a calentar palomitas y te miraba alucinado como un niño en la cabalgata
de reyes.
Ya no
vas a volver a las andadas, no has dejado ni tu cepillo de dientes. ¡Como si
costase mucho olvidarte de algo simplemente con la excusa de intentar volver a
verme y preguntarme cómo estoy o cómo me van las cosas! Prefieres no cruzarte
por mi vida ni una vez más. Y lo entiendo. Aunque esta vez pensaba que era
diferente. Pensaba que estarías dispuesta a aguantar mis pies fríos, mis
estúpidos chistes de elefantes o mis labios heridos de besarte mientras
duermes.