sábado, 20 de abril de 2013

Recuerdos.

Únicos viajeros de un ‘te echo de menos’. Únicos que no olvidan. Tan únicos y a la vez, tan nuestros.

Esa maleta repleta de miradas que te llevaste pero que no sabías que aún yo también mantengo agarrada por el mango y abrochada a mi piel por tu cremallera.
Imagen de Leonard Beard

Ese hechizo que perfuma tu olor con cada brisa de aire que entra por mi ventana a la madrugada, y que me lleva flotando a las noches que juntos pasamos.

Esas llaves que abren cada puerta para encontrarme de nuevo con besos y caricias que demostrábamos.

Ese armario organizador de prendas al tacto de tu piel con las que me enfundaría y arroparía.

Recuerdos. Tan tuyos como míos. Tan propios como de nadie.

Sin precio, pero con valor. Sin materia, pero con alma. Encerrados bajo mi cuerpo y liberados por el tuyo.



No existen recuerdos creados por un solo individuo. Los recuerdos se crean complementados. Es inequívocamente necesario que existas tú para crear los míos. Y así ha sido.

Cada tic tac de aguja de reloj, es inyección de millones de éstos en mis venas. Una adicción comparable con tu presencia a mi lado.